Los más antiguos indicadores de presencia humana en Cerdeña se remontan al Paleolítico Inferior (hace aproximadamente 500.000 años): se trata de herramientas de sílex halladas en los territorios de Perfugas y Laerru (SS). Después de un aparente vacío de varios millones de años, llegamos al Paleolítico Superior (aproximadamente 12.000 años a.C.); de este periodo son los restos de huesos de ciervo hallados en la Gruta Corbeddu de Oliena (NU), los cuales, de manera indirecta, suponen un indicio (combustión, elaboración) de la contemporaneidad de la presencia del hombre. De la misma Gruta Corbeddu, de un estrato fechado, a través del método del Radiocarbono, en el año 7.444 + 380 a.C., provienen los restos humanos más antiguos encontrados en la isla.
En el Neolítico Antiguo (6.000-4.000 a.C.) aparecen en Cerdeña las primeras manifestaciones culturales de relieve; aparece la cerámica, que decoraban con impresión instrumental o bien con la utilización del borde del cardium edule ("cerámica cardial"). Respecto al Paleolítico, se elaboran herramientas líticas de menor dimensión y de elaboración más perfeccionada (puntas de flecha, estiletes, cuchillos, etc.). Corresponde a este periodo el descubrimiento de la agricultura y la ganadería, con el testimonio del hallazgo de morteros y majadores de piedra, de semillas y cereales y de huesos de animales domésticos. Está también documentado el aprovechamiento y el comercio de la obsidiana del Monte Arci que se exportará a las zonas Córcega, Toscana, Emilia, Liguria, Francia meridional y, tal vez, incluso a Cataluña.
En el Neolítico Medio (4.000 - 3.500 a.C., aproximadamente) se desarrolla la cultura Bonuighinu, asentamientos en grutas o al aire libre; se excavan también las primeras grutas funerarias artificiales (Cuccuru Arrius - Cabras). La cerámica se caracteriza con frecuencia por poseer una refinada decoración. Pertenecen a este periodo las estatuillas de "Dea Madre", representada en forma de mujer obesa.
El Neolítico Reciente (3.500 - 2.500 a.C., aproximadamente) está representado por la cultura Ozieri, extendida por toda la Isla. Los asentamientos se multiplican y con frecuencia las zonas habitadas adquieren dimensiones notables. Durante esta fase se desarrolla la arquitectura funeraria hipogea con miles de sepulcros - las "Domus de Janas" - en las cuales aparecen símbolos religiosos (cuernos taurinos, espirales, puertas falsas, etc.) e incluso elementos arquitectónicos cotidianos de las casas (pilares, travesaños en los techos, asientos, fogones, etc.). La cerámica presenta un amplio repertorio de vasijas y de motivos decorativos realizados con técnicas diversas.
Hacia el final del Neolítico Reciente se extiende en la Isla el fenómeno del megalitismo (dólmenes y menhires): pertenecen a este período los sepulcros circulares de la Gallura y las sepulturas de la necrópolis de Pranu Mutteddu (Goni (CA)).
Con la Edad del Cobre (2.500 - 1.800 a.C., aproximadamente) se presencia en un primer momento el cambio gradual de la Cultura Ozieri a la Filigosa y Abelazu, caracterizadas la primera por las vasijas de perfil anguloso y la segunda por las típicas tinajas. Desde un punto de vista cultural, se evidencia un notable empobrecimiento respecto a la fase Ozieri precedente: esto se debe a una creciente conflictividad entre las gentes que se difunde al mismo tiempo por toda la cuenca del Mediterráneo.
En este periodo, se continúa sepultando a los difuntos en las domus de janas neolíticas y se excavan otras nuevas; al lado de las tumbas dolménicas hacen acto de presencia las estatuas-menhir "armadas" del Sarcidano.
Entre la Edad del Cobre y la del Bronce se ubica la presencia en la Isla de la cultura de la "Vasija Campaniforme": una corriente cultural presente en otras partes de Europa y que en Cerdeña parece fundirse más o menos pacíficamente con le poblaciones indígenas.
La Edad del Bronce presencia, en su fase más antigua (1.800-1.500 a.C.), el desarrollo de la Cultura de Bonnanaro, caracterizada por una cerámica sin ornamentación y con asas muy particulares. En este periodo las sepulturas megalíticas evolucionan hacia un tipo de sepulcro consistente en un habitáculo alargado, premisa de la típica sepultura nurágica: la "tumba de los gigantes". Precisamente en la fase final de la Cultura Bonnanaro se pone de relieve el comienzo de la auténtica Civilización Nurágica, que se desarrollará ininterrumpidamente hasta el siglo VI a.C., perdurando, en algunas áreas, hasta la conquista romana.
Además de los nuraghes de "pasillos" (o bien protonuraghes) y los "tholos" (de tipo simple o complejo), la civilización nurágica produjo un notable desarrollo en los elementos arquitectónicos de tipo civil (pueblos), religioso (pozos sagrados, fuentes sagradas, templos "in antis") y funerario (tumbas de los gigantes).
En la Edad del Hierro se registra la producción de Bronces: estatuillas "ex-voto" que representaban personajes, animales, pequeñas embarcaciones y otros objetos del diverso mundo nurágico.
El aprovechamiento de la minería fue sin duda uno de los principales recursos de este periodo: además de las figuras de bronce, está presente la elaboración de armas, utensilios y objetos varios en bronce, casi únicos en la cuenca del Mediterráneo. El metal de la Isla fue también un resorte para los mercaderes cretenses, micenos, chipriotas y, posteriormente, fenicios que les llevó a frecuentar Cerdeña, estableciendo también en algunas ocasiones escalas, en un primer momento estacionales y después permanentes.
Fue precisamente como consecuencia de las escalas comerciales fenicias que se fundaron ciudades como Karalis, Tharros, Sulci, Nora y Bithia en las cuales (bajo el control de los Cartagineses) se inició la conquista púnica de la Isla, en el siglo VI a.C.. En 238 a.C., después de la I guerra púnica, Cerdeña pasó a estar bajo el dominio romano, pero la conquista de la Isla, después de varias revueltas indígenas, solamente pudo darse por conclusa prácticamente en el siglo I a.C.
En la Época Imperial, Cerdeña, convertida en provincia romana, vivió un notable desarrollo de los núcleos urbanos y del sistema vial.
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